domingo

El sol, buen augurio


El pasado 7 de Agosto, en Colombia se posesionó el nuevo presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón


Durante todo el día el clima estuvo determinado por la lluvia constante que parecía ser la asistente sin invitación a la posesión del nuevo presidente; y aunque la ceremonia se dio sin baches, hubo algo que me llamó mucho la atención; la llegada de los cinco mil asistentes a la plaza de Bolívar estuvo muy mojada, pero protegida por unas bonitas sombrillas blancas con pequeñas banderas de Colombia, lo curioso es que desde que se anunció la salida del electo Juan Manuel Santos y su familia del Palacio de San Carlos, el sol empezó a brillar.

Así, entre una alusión, un discurso y el protocolo diferente a lo relacionado directamente con la persona del presidente Santos, pasaba por momentos de lluvia; pero en su caminata a la plaza, la mención de su nombre como nuevo presidente y varios temas de su discurso, además de su entrada al Palacio de Nariño, tuvieron brillantes momentos de sol, que desde mi punto de vista son un muy buen augurio para el camino que desde ese día Santos emprendía, a cargo de este país.

Y lo digo, a pesar de que las comparaciones son odiosas, pero a veces sensatas, porque justo cuando el honorable presidente del congreso, Armando Benedetti, hizo su condescendiente discurso hacia el gobierno saliente, llovió intensa y persistentemente, sobre todo en el momento en que hablaba de la democracia y la honestidad de los legisladores de este “honorable” Congreso Nacional. Por su parte, la intervención de Santos Calderón, en la que la sociedad partidista, la libertad de prensa, los temas de salud, educación, creación de empleos y de seguridad fueron su gran promesa a los ciudadanos, contaron con la presencia de fuertes rayos de naranja y rosa sobre los rostros de los invitados.

No es esta una forma de inducir a nadie a que considere este el gobierno de la salvación, solo es para mí una esperanza en la política y los políticos colombianos que han perdido toda la credibilidad y el respeto por sus constantes líos judiciales y acusaciones por corrupción. Muchos de los anteriores gobernantes habían tenido un pasado oscuro o por lo menos desconocido por nosotros, los ciudadanos de a pie, pero parece que este, el presidente número 59 de la República de Colombia, tiene un pasado público y aparentemente libre de escándalos, excepto claro por el pedido de extradición que le tiene el gobierno ecuatoriano.

Ojalá por el bien de los colombianos el mandatario conserve su buen comportamiento y transparencia hasta el final de sus días presidenciales, y que así como cerró su discurso con palabras de su abuelo Eduardo Santos “Cualquier sacrificio que me espera en la vía que hoy empiezo a recorrer lo recibiré con alegría, si puedo en cambio llevar a los hogares colombianos un poco más de bienestar, un poco más de justicia y el don divino de la paz”. Que el sol le siga alumbrando el camino correcto en su gobierno. Buen viento y buena mar al ex cadete de la Armada Nacional.

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